Papel de calco (Citroen FS «proyecto F/AP»).

A la autentica Citroën (antes de ser comprada por Peugeot) nunca le preocuparon en exceso los números.  Bertone diseñaba coches únicos y los ingenieros desarrollaban chasis con 30 ó 40 años de ventaja.  Los magníficos DS/ID eran el sumun de la automoción.  No importaban las prestaciones, no importaban las cotas de habitabilidad… El «Tiburón» era un objeto de deseo y modernidad y uno de los iconos del automóvil a pesar de que su motor (lo que se supone que es el alma de un coche) era anacrónico.  Pero el tremendo hueco que existia entre la «Diosa» y los simpáticos y rurales 2cv/Ami6 era demasiado incluso para una marca como Citroën.  Así que la búsqueda de un coche mediano que se aprovechase del prestigio de los grandes y de la merecida buena fama de los pequeños se convirtió en cuestión de estado para la marca de los chevrones.  Bertone y Cía se pusieron manos a la obra y crearon el proyecto C-60 que era básicamente un híbrido entre un DS (morro y suspensión) y un Ami («peculiar trasera»).  El Ami6 por entonces únicamente se vendía aceptablemente en Francia ya que ni su linea Z del techo ni sus motorcitos de 2 cilindros no eran muy valorados en otros mercados así que los jefes de Citroën demandaron un automóvil realmente revolucionario, con una linea novedosa y moderna y que empatizase con futuros compradores.  Nacía el Proyecto F (o AP).  Bertone esculpió (no solía dibujar) un coche de dos cuerpos con un habitáculo lo más grande posible, con grandes ventanas y a priori muy habitable y con una practica y novedosa 5ª puerta.  Lo que ahora es de lo más habitual en el segmento de las berlinas medias a mediados de los 60 era toda una revolución.  Este nuevo automóvil también equiparía la fantástica suspensión hidroneumática y en las versiones más caras llevaría exóticos motores rotativos montando también motores bóxer de cuatro cilindros marca de la casa para las versiones más modestas y en el interior comenzaba la amenaza de los mandos por satélites (toda una primicia).  Realmente el Citroén FS (su más que probable nombre) estaba llamado a ser el coche más revolucionario de su época y a marcar tendencias.   El novedoso coche también incluía novedades en el plano industrial como la unión de las puertas al techo.  Por desgracia Bertone falleció en 1964 y el bueno de Robert Opron continuó el diseño aplicandole sus ideas.  El Citroën FS estaba a punto de convertirse en realidad, las prensas para la carrocería ya estaban encargadas y pagadas y Citroën y NSU habían formado Comotor para el desarrollo de los motores Wankel e incluso ya rodaban los Citroën M35 (Ami8 coupé con motor rotativo).  El 14 de abril de 1967 se decide abandonar el proyecto.  Ni los fallos continuos y sin solución del motor rotativo ni la insípida línea ni falta de refinamiento y personalidad habían sido suficientes motivos como para frenar el proyecto pero si que Renault presentase su nuevo modelo: el tristón R-16.  En Citroën se llevaron las manos a la cabeza al contemplar la nueva berlina media de la Regie.  Era una copia casi literal.  Además Renault había patentado antes que su rival francesa la novedosa unión de las puertas.  El coche que debía ser lo nunca visto había sido copiado burdamente y sacado al mercado con mayor celeridad (todo esto según Citroën).  La sospecha de espionaje industrial/copia descarada ya flotaba desde la presentación del R-4 pero ahora había llegado al descaro más absoluto.  El carpetazo radical al Proyecto F dañó irremediablemente las arcas de Citroën.  Con poco más de 6 meses de margen, Opron y su equipo se pusieron manos a la obra para crear de una vez la maldita berlina media.  Citroën entró en bancarrota, los SM, las aventuras rotativas y los 2 proyectos fallidos fueron demasiado incluso para una empresa en la que no importaban las ganancias.  Con el Proyecto G (los GS/GSA) materializado se forjó la nueva imagen de la marca siendo éste un éxito comercial enorme (2º Citroën más vendido de la historia) aunque esta vez fueron los ingleses de la BLMC los que se quejaron de plagio.  Aun así nada pudo evitar que Peugeot comprase Citroën y anestesiase/racionalizase su extraña gama.